Los colores de este cepillo dental Bioseptyl hacen referencia a plantas en peligro de extinción: El amarillo de Pulicaria vulgaris (Pulicaria común), que se encuentra en las llanuras de Picardía. La roja de Papaver hybridum (Amapola híspida), presente en los Pirineos, zona especialmente afectada por amenazas de extinción. El azul de Crambe maritima (col de mar), que crece en la costa de Bretaña.
El cepillo de dientes representa solo una parte del ciclo de vida del plástico utilizado: de hecho, es material reciclado compatible con el contacto con los alimentos que forma el mango, y es reciclable después de su uso. Filamentos a base de plantas.
Muchas personas están acostumbradas a que los cepillos de dientes del mercado actual, en la versión ‘bio’, estén hechos de bambú. Sin embargo, éstos requieren de una higiene impecable y un importante mantenimiento diario. La madera, una materia orgánica, promueve el desarrollo de bacterias cuando está en medio húmedo. Además, su transporte desde Asia tampoco está exento de un importante impacto ambiental.
La diferencia básica entre el plástico del petróleo y el bioplástico reside en que, aunque tengan un mismo uso, los recursos utilizados y las propiedades son diferentes. El PLA es un ácido poliláctico y está hecho de almidón de maíz. Además, en la serie Edith, en algunos mangos, en lugar de un mango de plástico o de madera, elegimos un material con un 80% de origen vegetal: algas y corcho. Las cerdas de los cepillo de dientes BIOSEPTYL están compuestas de vegetales y de nailon, llevando como mínimo un 60% menos de derivados del petróleo que un cepillo habitual. Completan la gama de BIOSEPTYL, una pasta de dientes para adultos, otra para niños, un colutorio y un spray.